Blog de danza y otras cosas de Yolanda Vázquez

Categoría: Danza (Página 4 de 4)

Leyendo ballet con Shakespeare, Prokofiev y MacMillan (I)

Existe la falsa creencia de que para entender la danza clásica es necesario conocer su abecedario, el código que permita descifrar la lectura y comprender qué es lo que nos están contando. Esta extendida creencia actúa como prejuicio, pone orejeras e impide contemplar de un modo sencillo y natural lo que vemos cuando estamos en un teatro, vemos danza en un audiovisual, en exteriores o incluso en mitad de la naturaleza. Y también dificulta la comprensión de otra cosa: qué quiere decir el cuerpo cuando se mueve y se expresa.

Es verdad que el ballet clásico se rige por una exigente técnica que debe enseñarse desde la infancia (posiciones y serie de pasos con nomenclatura propia); pero eso no quiere decir que sin conocerlos no podamos entender la danza. Eso no es cierto. Y también se hace necesario decir que no todo lo que se dice danza, así en abstracto, tiene por qué estar contándonos algo, es decir, tener argumento. De momento, ha de bastarnos con esto para poder empezar a bailar.

Así, de mano, siempre que se habla de ballet clásico desde fuera se piensa, casi de forma automática y refleja, en cisnes y en vueltas con un pie apoyado a la altura de la rodilla de base (Pirouette: passé, relevé). Eso está bien; así, por lo menos, los amantes de la danza ya tenemos algún terreno ganado…  Pero se me ocurre que la forma más fácil de acercarse sin aprioris ni miedos estereotipados al estilo clásico, y disfrutarlo plenamente, es coger un tema que por su universalidad sea conocido de todos fuera del arte de la danza y sobre el que cada uno se haya formado su propia idea, sea ésta cual sea. Es decir, que nos resulte un lugar común y familiar desde siempre, algo así como un standard pero sin serlo en realidad. Para ello he acudido a Shakespeare, a Prokofiev y a Macmillan, poeta, músico y coreógrafo, respectivamente. Y también a la idea del amor; en este caso, la del amor romántico. Así que éste es el tema y ésta la escena. Hoy nos toca bailar con Romeo y Julieta.

 

Imagen de Cecilia Molano

Cecilia Molano. http://ceciliamolano.com/tag/chejov/

Entreguerras

Con el cuerpo también leemos la mente. Siempre ha sido así, desde el origen. No difiere de cuando éramos animales sin lenguaje, sin habla, y nos olíamos unos a otros para sabernos. Antes que nada somos instinto, solos o en manada. Supervivencia. Eso de momento no ha cambiado, seguimos humanos. Existo para desear que eso no cambie, para recordarlo en periodo de entreguerras. Porque, en ocasiones, bailar solo o con alguien es un ejercicio de memoria, un encuentro con los que ya se han ido. Y más aún: con lo que aún no es pero va a empezar a ser gracias a la danza. Entonces, la herramienta, el danzante, se hace sustancia, se materializa en danza. Pura danza. Y el lenguaje deja de ser código para convertirse en forma abierta que suministra a cada uno lo que necesita.

Nuestro sitio es entreguerras.

Espesados en lo amniótico,

cambios moleculares se suceden hasta el óbito.

De lo humano, animal.

Posguerra fecunda

preña

célula de ensayo artificial.

Horizonte alumbra

qué otredad

diferente a persona.

                                                                                                                           Palpita sensor.

Imagen: Juan Menéndez.

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